Nuestra sociedad actual está llena de estímulos, saturada de información y con un ritmo frenético que dispersa la atención de los niños en diferentes direcciones. De ahí la necesidad de llevar el yoga y sus prácticas al aula, para proporcionar a los niños foco, relajación, higiene postural, manejo de la atención y consciencia sobre sus propias emociones.
Las escuelas ven el yoga como una práctica beneficiosa y sin efectos adversos, que permite a los niños detenerse y conocer su propio cuerpo. Este hecho es especialmente clave porque los niños aprenden a detectar cambios en la respiración y pensamientos que les pueden poner en alerta, al mismo tiempo que les hace conscientes de herramientas que les pueden ayudar a reconducir una situación estresante, como cambiar el ritmo de su respiración. Cuando los niños descubren que ellos mismos pueden guiar sus propias emociones, estamos ante una gran victoria, porque les da autonomía, una competencia muy importante, y les hace sentir capaces e importantes.
El yoga desarrolla en los niños la capacidad de conectar con su propia interioridad. posibilitando y promoviendo el conocimiento del mundo interior, mientras que la enseñanza estimula y promueve el conocimiento del mundo exterior. Las clases se dan adaptadas al grupo de edad de los niños y su nivel de desarrollo psicomotriz.